Graduación de la decimosexta promoción del Colegio Peñacorada
León, 12 abril 2024
Estimado Luis José Cillero, director del Colegio Peñacorada,
Distinguido claustro de profesores,
Respetados padres de alumnos,
Apreciados alunos graduados,
Querido Rafael Barrionuevo, amigo por quien estoy aquí hoy,
y queridísima Doris – mi camino hacia el cielo – e hijos, que me acompañáis.
Cuando empecé a reflexionar sobre qué comunicaros en esta lección magistral me acordé de un libro que tengo empezado y no acabado y que está pensado no para ser publicado sino sólo para ser leído por mis hijos. Lo quiero titular “Algunas cosas que he aprendido”. Lo malo de ese título es que ya denota que tengo una cierta edad, pero lo bueno es que a pesar de ello estoy aquí para contarlo.
Como algunos sabéis, he regresado a mi España natal hace apenas 4 años después de estar casi 30 fuera de mi país. He vivido en Francia, en Alemania, en Estados Unidos, en Rusia y en Ucrania, en Israel y en Palestina, en Suiza, en Grecia, y antes en Colombia, Brasil, Perú. He tenido la oportunidad de visitar y trabajar en Pakistán o en Yemen o en Arabia Saudí, y también en Japón, Corea o China; he dado la vuelta al mundo en varias direcciones cuando volaba a las oficinas de Sudáfrica o Australia o Nueva Zelanda… He tenido la fortuna de trabajar en algunas de las mejores empresas del mundo; de tener jefes y mentores a algunos de los mejores profesionales que existen; de disfrutar de compañeros excepcionales y gente que ha trabajado para mí que son mucho mejores que yo en muchas cosas. Digo todo esto para hacer notar que no tiene mucho mérito haber aprendido algunas cosas habiendo tenido la fortuna de vivir tanto, porque casi cualquiera que hubiera vivido lo que yo lo habría aprovechado más… pero yo he tenido esa fortuna, y por ello doy gracias a Dios y además me sirve ahora para preparar esta lección magistral.
Queridos alumnos de la decimosexta promoción del Colegio Peñacorada, dejáis ahora el colegio en el que habéis pasado muchos años, cerráis una etapa de vuestra vida y vais a emprender otra fase muy importante de vuestra existencia; y cuando me preparaba esta lección no sabía si contaros lo que yo recordaba que a vuestra edad quería que me contaran o bien sabiendo lo que sé ahora lo que hubiera sido beneficioso saber entonces.
Como la acogida en León ha sido magnífica y la ciudad bien lo merece, he decidido hacer un dos por uno y contaros ambas cosas: Lo primero es algo que seguro muchos habéis considerado, y esto es: ¿cómo tener éxito profesional?, ¿cómo tener éxito en la vida? Y lo segundo es algo sobre lo que todos, seguro, deberíais haber reflexionado, y esto es: ¿Cómo ser feliz en esta vida? Contrariamente a lo que algunos predican, yo diré que ambas cosas son importantes, y contrariamente a lo que muchos practican yo aseguro que es más importante la segunda.
Cuando me nombraron Vicepresidente en el Este de Europa (en Ucrania) de una multinacional americana, me instalé en el centro de Kiev, en una calle que se llama Kreschatyc, y allí justo es donde empezó lo que luego se llamó la “revolución naranja”. La gente se echó a la calle para protestar contra el gobierno comunista y corrupto que había amañado las elecciones. Era invierno, en Ucrania yo he vivido noches de hasta -40 grados de temperatura, y aún así la gente acampó en toda la avenida hasta la plaza llamada de Maidán. Todos los días y todas las noches. Pararon el país, y lo siguieron haciendo hasta que el presidente comunista dejó el poder y se exilió. A pesar de esa revuelta y de que era casi imposible hacer negocios, la compañía que yo presidía tuvo los mejores resultados de toda la región, y los segundos mejores de todo el mundo. Entonces me preguntaron cómo fue posible, y reflexionando sobre ello se me ocurrió lo que llamo la “formula secreta para el éxito”, y que os voy a contar ahora. Para los que sepáis inglés es muy fácil de recordar: es BEST multiplicado por P. (Best en inglés significa el mejor), así que la fórmula es B más E más S más T y todo ello multiplicado por P.
La B significa “Bold” en inglés y Bold se traduce por “valiente, audaz o atrevido”. Y es que para tener éxito hay que atreverse. Mi padre me solía recordar que cualquier carrera, cualquier competición ha de ganarla una persona… y luego me preguntaba ¿por qué no tú?, y os digo lo mismo que él me decía “si intentas ganar, hazlo con todas tus fuerzas, porque incluso si no ganas la competición habrás ganado, pero si no lo intentas o no lo intentas con todas tus fuerzas seguro que ya has perdido”.
La E representa “Envision” en inglés y lo traduzco como “concentrarse, reflexionar, planificar”. Lo inteligente es evaluar el camino que se tiene delante antes de ponerse a correr. La inteligencia también es un ingrediente importante del éxito y, contrariamente a lo que se suele pensar, la inteligencia se entrena. Cualquier persona puede llegar a ser inteligente al igual que cualquier persona puede descender al nivel de necio. Depende de las decisiones de esta persona. Y aquí también tengo que hacer un comentario a veces necesario. Las decisiones moralmente correctas son siempre las decisiones inteligentes. Obrar sin integridad o sin principios no es sólo execrable sino estúpido. A corto, medio o largo plazo. Siempre.
La S expresa “Sweat” en inglés, y se traduce por sudar. Para tener éxito hay que trabajar, y trabajar mucho. Y además os diré que hay una regla general de cualquier actividad, y es que cuanto más se hace más gusta, y trabajar no es una excepción. Cuanto más se trabaja, más gusta trabajar; y en general cuanto menos se trabaja, más se convierte en una pesada carga. En cualquier caso, si he observado una correlación directa entre más éxito y más capacidad de trabajo. Las empresas que más ganan son en general en las que más se trabaja y las personas con más éxito son en general los más laboriosos.
La T simboliza la palabra “Team” en inglés, que se traduce por “equipo”. Para tener éxito hay que tener o formar un equipo. No se tiene éxito sólo, al menos no de forma sostenida. Como líder de un equipo hay que tomar decisiones sobre quién debe jugar qué papel en el equipo y quién no, y a veces son decisiones difíciles. Y como miembro del equipo hay que entender que conseguir los objetivos del equipo es el camino para conseguir cualquier objetivo individual, y no al revés.
Así que se suma B (ser atrevido) más E (planificar) más S (trabajar duro) más T (tener un equipo) y todo ello se multiplica por P, que significa “Pray” en inglés y se traduce por “rezar”, o bien por Providence, que es la Providencia. Napoleón hacía un examen a sus futuros generales y les preguntaba entonces que demostraran que eran personas con suerte. Si no tenían suerte no eran ascendidos a general. Yo no lo llamo suerte -la suerte realmente no existe- lo llamo Providencia, y para que la Providencia contribuya hay que rezar. Si me permitís la simplificación, “Rezar funciona”. Los únicos que piensan que rezar no funciona son aquellos que no rezan.
Ya tenéis la fórmula del éxito. Y es importante.
Ahora os voy a dar los ingredientes de la felicidad. Y esto es más importante.
Hasta hace unos cuatro años fui Presidente de otra multinacional americana de tecnología y de investigación… uno de nuestros competidores publica todos los años un reporte sobre la felicidad en el mundo. Qué países son más felices y cuáles menos y cómo van evolucionando… No mide cómo de rico es un país o cuánto ha crecido, sino qué opinan los ciudadanos de esos países sobre su propia felicidad.También pregunta qué es lo que hace feliz a la gente. Menciono los resultados de este estudio en el libro que presenté ayer en León “Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios” porque lo interesante es constatar que lo que hace feliz a las personas es universal. Da igual que estés en Indonesia o en España, en Argentina o en Sudáfrica. Los tres principales ingredientes que hacen feliz al ser humano son la salud, la familia y Dios (la compañía no lo llama exactamente así, pero es eso: sentido de trascendencia). Si te falta uno de esos elementos tienes menos posibilidades de ser feliz y menos si te faltan dos y lo tienes muy difícil si te faltan los tres. Hay excepciones, seguro… pero yo no me la jugaría.
Esto es muy interesante y lo menciono en el libro porque se corresponde con la observación de que los ateos y los agnósticos tienen menos propensión a ser felices. Reconozco que esto no es una “evidencia” de la existencia de Dios, pero salvo que uno piense que ha venido al mundo a ser infeliz, debería aventurarse a considerar la posibilidad de creer en Dios. Al fin y al cabo la mayor parte de los ateos y agnósticos no son escépticos por falta de entendimiento sino por falta de voluntad. Simplemente deben dejar de ”no querer creer” y empezar a querer.
Una consecuencia muy importante de todo lo anterior que yo enmarcaría es que “Ser feliz es deliberado”. A veces pensamos que las personas felices lo son porque son afortunadas. La felicidad -pensamos- es como una lotería, pero lo cierto es que no es así. Dejádmelo repetir: ser feliz es deliberado. Vosotros tenéis la obligación de ser felices y lo seréis o no dependiendo de lo que vosotros decidáis o hagáis. No va a depender de vuestros padres, o de la sociedad o de tal o cual gobierno. Que vosotros seáis felices va a depender de vosotros.
Veamos, empecemos por la salud. Por supuesto que hay accidentes e imponderables… pero si no buscamos excusas a vuestra edad, lo cierto es que cuando tengáis la mía vuestra salud va a depender de lo que hayáis comido o bebido o consumido o dejado de consumir o de lo activos o pasivos que hayáis sido, de la vida que hayáis llevado. Vuestra salud va a depender de vuestras decisiones.
Y sobre la familia. Pues la buena noticia es que también en grandísima medida va a depender de vuestras decisiones. Esto daría para una conferenci antera, pero digamos que el matrimonio de un hombre y una mujer es la base para una familia feliz y luego sólo recordar una observación (quizás hoy demasiado olvidada) que escuché de Steve Covey, un sabio y el escritor de “los 7 hábitos para gente efectiva” el libro de negocios más vendido de la historia. Cuando alguien le decía que “me voy a divorciar de Pepi porque ya no la quiero” él invariablemente respondía “pues quierela” y recordaba que “querer” es verbo y para ejercitarlo hay que conjugarlo. Querer es volitivo. Querer no es (sólo) un sentimiento, ese sentimiento es importante, pero no dura con la intensidad inicial un largo matrimonio y eso es bueno, porque el estado de enamoramiento del principio de una relación está muy bien, pero es insostenible. Todo el día pensando en Pepi, acaba con los nervios de cualquiera. Un largo y feliz matrimonio se basa en querer querer. Tú quieres a otra persona porque quieres. Para querer hay que querer querer.
Y en tercer lugar está Dios. ¿Qué os puedo decir? Pues que hay un magnífico libro que se llama “Nuevas evidencias científicas de la existencia de Dios” que os recomiendo comprar y que explica por qué creer en la existencia de un Dios creador es la única opción razonable que nos presenta la ciencia moderna.
Vosotros habéis nacido para ser felices y la salud, la familia y Dios… son los ingredientes de la sopa de la felicidad y en gran medida dependen de vosotros mismos.
Y para finalizar os voy a contar una vivencia que cambió mi vida, que no suelo contar, pero que tiene que ver con lo anterior. En el año 2001 fui ascendido a Director General de Oriente Medio y me trasladé a vivir en Tel Aviv.. Entonces había paz en la región y los palestinos e israelíes estaban negociando lo que se llamaban los acuerdos de Taba. Pero de pronto empezó la segunda intifada palestina (el levantamiento de los palestinos contra Israel) y poco después viví el ataque a las torres gemelas del 11 de septiembre (que al principio se pensó que había sido organizado por los palestinos) y al poco tiempo la guerra de Iraq. Entonces Sadam Hussein, el tirano iraquí, empezó a lanzar misiles Scud contra Israel. Yo vivía allí. La persona con la que yo vivía me dejó, se llevó a mis hijas y volvió a España y yo me quedé sólo. Monté un refugió antibombas en la casa y todavía hoy guardo las máscaras de gas y la atropina que te tenías que inyectar en la pierna en caso de ataque con bombas químicas.
En una ocasión estaba de visita de negocios en Jerusalén, comimos en una pizzería que se llama Sbarro. Justo a la vuelta a Tel Aviv donde vivía esa pizzería saltó por los aires debido al ataque de un suicida bomba.
Por esa época cayó en mis manos un libro de arte que mencionaba una corriente pictórica y literaria de la Edad Media que se llamaba “memento mori”. Recuerda que te vas a morir. Me di cuenta de que la muerte – que nos vamos a morir – es uno de los pocos hechos ciertos y universales y que a pesar de ello es también casi universalmente ignorado
¿Cómo hacer que la muerte que parece algo negativo pero que en cualquier caso es inevitable se transforme en una fuerza positiva para la vida?
De esa cuestión surgieron tres pensamientos.
El primero que cada minuto de la vida es un regalo y es de buena educación abrir los regalos y agradecerlos. Vivid los días de vuestra vida con intensidad, como si Alguien que os quiere os los hubiera dado para vuestro disfrute. Porque es exactamente así.
El segundo es que al final de vuestra vida habrá un juicio. Lo creáis o no… así que vivid la vida de tal forma que en aquel momento haya algo que de alguna manera compense lo mucho que sabéis que no habéis hecho bien.
El tercero es “dejad un legado”. Cuando no estéis en el mundo, éste debería ser algo mejor que si no hubierais estado. Cuando paséis por la vida, tocad las otras vidas de los que os rodean de tal forma que -si podéis- las hagáis mejores y más felices. Esto, si queréis que os diga la verdad, explica en gran medida por qué estoy hoy aquí.
Y termino con una cita de San Josermaría que escuché en la Vigilia de Pascua pasada y que hoy resulta providencial: “cada vez estoy más convencido de que la felicidad en el cielo es para los que saben ser felices en la tierra”.
Así que no sólo tenéis la fórmula para ser felices en la tierra, sino que con ella, también lo seréis en el Cielo.
Que Dios os bendiga.